Juntos podemos salir del túnel

La visión en túnel ocurre cuando sólo fijas tu atención en un lugar y olvidas todo lo demás. Es algo muy relacionado con el foco atencional, nos sirve para ser extremadamente eficaces en una tarea, pero también extremadamente crueles con nosotros mismos.

Yo era de los mejores tiradores de mi sección y recuerdo una anécdota cuando, en un ejercicio de tiro, con montaje de arma y cambio de cargador, se me escapó el segundo cargador por delante de la línea de tiro. Estaba tan centrado en finalizar la tarea que me tiré al suelo sin pensarlo para cargar y continuar disparando, la siguiente andanada de disparos de los compañeros me recordó dónde estaba  y me quedé tumbado en el suelo hasta que el instructor detuvo el ejercicio. En aquel momento, siendo ya psicólogo, me di cuenta de la fuerza de la visión en túnel, la misma que me hacia ser tan bueno en la mayoría de los ejercicios, me hizo arriesgar la vida sin darme cuenta.

En la vida real, esa focalización, esa visión en túnel existe, y mientras más carga emocional tenemos más focalizamos, en lo bueno o en lo malo. Es como cuando estás enamorado y tu pareja parece maravillosa y, sin embargo, cuando la relación se está rompiendo ocurre todo lo contrario, sólo ves los defectos de esa misma persona, o parece que nada merece la pena en la vida menos él o ella.

Lo peor es cuando por un problema, el que sea, sólo vemos eso y no somos capaces de darnos cuenta de la vida que corre a nuestro alrededor. Llegamos a un punto en el que creemos que estamos ante un callejón sin salida y que la única escapatoria es abandonar, dejar esta vida. Pues bien, hasta el peor callejón, hasta el túnel más oscuro tiene escapatoria, solo tienes que mirar atrás, salir por donde entraste, darte cuenta de que tienes muchas opciones para continuar, y que al final serán mejores que lo que has vivido. Cuando pase el tiempo mirarás atrás y sonreirás pensando cómo te encerraste en ti mismo pensando que no había salida, y darás gracias por ese amigo o compañero que un día tomando un café te abrió los ojos y te mostró el camino.

Para eso está el Proyecto Ángeles Custodios, para estar contigo, para ayudarte a salir del túnel en ese momento de oscuridad y encontrar una salida hacia la vida.

Mejorar el bienestar psicológico en la Policía Nacional es posible

A los policías en la academia nos enseñan a practicar la autocrítica tras una intervención con el objetivo de que esto nos sirva para mejorar la siguiente. Dicha autocrítica ha de realizarse en su justa medida, ya que un exceso de la misma nos puede llevar a la búsqueda de la perfección, que es algo que es imposible de conseguir.

Por lo tanto el buen policía aprende a analizar cada intervención realizada para poder mejorar las siguientes, es una de las piedras angulares en las que se basa nuestro modelo policial para ver como mejorar la resiliencia y el bienestar psicológico en la policía.

Creo que hay dos líneas de trabajo fundamentales que podrían al menos mitigar estos problemas, una Oficina de Mediación de Conflictos y un Programa de Bienestar Psicológico y Prevención de suicidios.

El primero sería un organismo externo a la Dirección General de la Policía, sin dependencia jerárquica, encargado de realizar la mediación y el arbitraje extrajudicial en caso de conflictos laborales entre policías, sin importar la diferencia de rango. Estoy seguro de que evitaría las bajas psicológicas de muchos funcionarios que se consideran de alguna forma marginados o maltratados.

También proponemos una serie de medidas concretas:

  • Pasar un cuestionario psicológico anual a TODOS los funcionarios del Cuerpo, y en función de esos resultados se realizarían las acciones preventivas pertinentes.
  • Un programa de seguimiento de los casos de mayor gravedad, con medidas como un registro secreto de estos casos para tener un seguimiento más pormenorizado por psicólogos, con entrevistas clínicas de control de al menos una vez al mes.
  • Establecer un catálogo de puestos de trabajo que puedan realizar funcionarios sin arma. En muchas ocasiones el trabajo es positivo para la recuperación psicológica del funcionario, por lo tanto pueden seguir desempeñando sus funciones mientras están en tratamiento.
  • Programas de prevención del desarraigo, encuentros de nuevos compañeros destinados con otros veteranos, actividades socio-culturales, etc… Esto es especialmente necesario en plantillas grandes y aparentemente de paso, pero en las que en ocasiones hay funcionarios a cientos de kilómetros de su casa, que pasan años en estas plantillas sin integrarse socialmente.
  • Incluir en los programas de formación y ascenso contenidos para prevenir el mobbing tanto vertical como horizontal, así como relacionados con el compañerismo y la empatía, en el sentido de detectar cuando un compañero de trabajo puede estar padeciendo algún tipo de dolor psicológico.

Estos programas tendrían una rentabilidad económica puesto que reducirían el número de bajas laborales psicológicas, así como las jubilaciones y/o pases a segunda actividad por este motivo. En menos de cinco años esta reducción podría hacer rentable económicamente un cuerpo especializado de funcionarios, repartidos por las diferentes Jefaturas Superiores, y un teléfono de la Oficina del Policía abierto 24 horas. En términos humanos, salvar una sola vida tiene un valor incalculable.

Luchemos por ser un Cuerpo de élite también en la División de Personal, seamos pioneros en este tipo de políticas y miremos al futuro con esperanza.

Déjate ayudar

El Proyecto Ángeles Custodios nace como un primer recurso de apoyo en caso de sufrir dolor psicológico, tendemos la mano al compañero que pasa por un momento de crisis personal, lo acompañamos y lo orientamos para ayudarle a salir del bache.

Como decimos en la página ¿qué es el Proyecto Ángeles Custodios?, cuando existe la más mínima duda razonable recomendamos que el compañero solicite ayuda psicológica a la compañía aseguradora elegida. El convenio de Muface establece que el trámite para esto es pedir primero cita con un Psiquiatra, que es el único que puede autorizar hasta 20 sesiones anuales de terapia con un psicólogo si lo considera necesario.

Estar bajo tratamiento psicológico no implica necesariamente baja laboral y, sin embargo, te puede ayudar a adquirir las herramientas adecuadas para hacer frente a un problema, a superarlo y saber elegir la mejor opción en cada momento y lugar. Solo, estancado en tus pensamientos, no vas a solucionar nada, por eso es bueno que te dejes ayudar.

Si a los posibles problemas económicos, sentimentales o laborales que nos influyen negativamente en nuestro bienestar psicológico,  le añadimos un factor como el desarraigo de haber tenido que irte a cientos de kilómetros de tu casa y perder el contacto directo con tus redes de apoyo de amigos y/o familia, está claro que una red vital como la que propone este Proyecto es fundamental en este Cuerpo.

Rompamos con el tabú del trastorno mental ya que TODOS, por el hecho de ser humanos, padecemos en algún momento de nuestra vida dolor psicológico. Por eso no tenemos que tener miedo en pedir ayuda si nos sentimos mal, por eso estamos aquí.

Y seamos sensibles al dolor ajeno, si observamos a un compañero que lo está pasando mal, de nada sirve señalarlo con el dedo y mirar a otro lado. Acércate, escúchale y ponle en contacto con nosotros para orientarlo y ayudarlo. Pero la primera red de apoyo, los primeros «Ángeles Custodios» son los compañeros del turno, del grupo o de la oficina, no lo olvidemos.

 

3195 días (dedicados a Rafa)

Un 9 de enero de 2007, en uno de mis despertares, abrí los ojos y vi ante mí a un joven médico, de esos que se dejan barba para parecer mayores, que me decía con voz temblorosa:

– Te vamos a operar, y es muy posible que cuando salgas ya no tengas la pierna derecha.

– Vale – respondí de forma mecánica, sin ser consciente de lo que acababa de escuchar.

Camino al quirófano saltó una lágrima por mi mejilla y las luces del techo pasaron ante mis ojos como estrellas fugaces, apenas recuerdo nada más, creo que a esas alturas me habían metido en vena todas las existencias de opiáceos del hospital.

Durante 18 meses y 7 operaciones mi único deseo era recuperar la salud suficiente para volver a la Policía y presentarme a Subinspector, me quedaban unos meses para el examen de promoción interna, pero a la séptima intervención una artrítis séptica estuvo a punto de costarme la vida, así que ningún médico me quiso operar más. Me salvaron la pierna derecha, pero quedó con una movilidad reducida y un dolor crónico, al que con el tiempo me he acostumbrado, y al poco tiempo me pasaron a la situación Policía Nacional jubilado.

Después sufrí una segunda victimización en un lento y muy mejorable proceso judicial. En dicho proceso no se me dio la oportunidad de demostrar que no tuve ninguna responsabilidad en el accidente siendo, además de víctima, condenado a unas costas brutales que seguramente me hipotecarán durante varios años.

Pero hoy, 3195 días después, y a pesar de todo lo que he pasado, sólo importa el presente, y que con aquella pierna maltrecha en la que ni yo mismo creía, he sido capaz de correr hasta 18 kilómetros montado en un patinete y he demostrado a mis hijos que si quieres puedes superar cualquier obstáculo.

Ahora pienso que esta pierna y todo lo que vino detrás es el precio que tuve que pagar por alcanzar la libertad, (pero ahora me parece muy escaso) ya que dedico dos días a la semana a ayudar en Cáritas a personas que no pueden pagarse un Psicólogo, y he realizado el acompañamiento de un grupo que se está formando en Auxiliar de Geriatría como vía para reinsertarse en el mercado laboral. Pero lo más importante es el Proyecto Ángeles Custodios, que nació de mi mente hace como un mes y que lo componemos ya 21 maravillosos voluntari@s de la Policía Nacional, dispuestos a auxiliar y acompañar al compañero que lo solicite por sufrir algún tipo de dolor o herida psicológica.

Cuando recibimos una injusticia o un revés del destino lo tomamos como una agresión, y en ocasiones proyectamos sin motivo nuestra frustración contra nuestro entorno cercano. Pero si en vez de hacer esto respondiéramos ayudando a quién lo necesita, no haría falta creer en otra vida mejor, porque la veríamos con nuestros propios ojos.

La estigmatización

Es un día normal, te levantas, te aseas, te vistes, revisas que llevas la placa y la pistola y vas a Comisaría para hacer el relevo. Llevas unos días durmiendo mal por algunos problemillas sin importancia, pero no te preocupan porque eres una persona acostumbrada a aguantar tensiones.

Haces el relevo sin incidencias y sales con tu compañero en el Zeta para realizar tu servicio por la zona asignada. La sala te comisiona para un aviso de alarma en unos grandes almacenes de la ciudad en principio no le das importancia, salvo cuando te dan color, modelo y matrícula de un coche sospechoso confirmado por varios testigos. En ese momento tu cuerpo se tensiona más de lo que ya estabas y se prepara para intervenir, llegando al sitio lo más rápido posible sin tener un accidente y planificando lo que harás cuando estés en el lugar en función de lo que te encuentres.

Pero de pronto sientes unas fuertes palpitaciones, como si el corazón se te saliera por la boca, comienzas a sudar, te mareas y todo se ve borroso. Tú compañero se da cuenta y te ayuda a detener el coche a un lado, crees que te está dando un ataque al corazón, te ponen en el lugar del copiloto y te llevan al servicio de urgencias del hospital más cercano.

Tras varias horas de pruebas médicas  no encuentran nada anormal, finalmente el diagnóstico es «Ataque de Pánico»  te derivan a Salud Mental, y te dan cita para el Psiquiatra.

Ahora todas las preocupaciones van en el sentido de ocultar ese diagnóstico, no quieres que nadie sepa lo que te ha pasado, así que mientes y dices que fue una subida de tensión y faltas a la cita con el Psiquiatra. Piensas que si asistes al médico te darán de baja automáticamente y te quitarán la pistola o, como mínimo, te mandarán a un puesto de trabajo de carácter administrativo.

Escondes la cabeza como un avestruz, pero esos problemillas que tenías siguen ahí, y tu cuerpo ha dado una señal de alarma.

¿No crees que deberías escuchar y atender lo que te está diciendo tu cuerpo?

Este es un caso ficticio, aunque podía ser el de cualquiera, el miedo al señalamiento a la estigmatización por un trastorno mental existe, y por eso se oculta, pero no pensamos en una cuestión muy importante, en estas situaciones esconder el problema no lo elimina, sino que lo agrava.

Hay un gran porcentaje de trastornos mentales que son temporales, que no se cronifican, y que por lo tanto son reversibles. Pero en este país solemos catalogar a quien los padece de «loco», o que simplemente «le falta un tornillo».  Como dije en otro artículo, nuestro cerebro está hecho de materia, y esa materia tiene un nivel de estrés determinado que a veces se quiebra y toca recomponerlo. Para eso estamos los psicólogos, pero también los compañeros de trabajo y/o amigos, la familia y en general toda la sociedad.

Tenemos que entender que nadie está exento de padecer un día un trastorno mental o un proceso de duelo o  pérdida, pero más importante es conocer los medios que tenemos para afrontarlos que, gracias a Dios, son bastantes. Y que ahora, con el Proyecto Ángeles Custodios, se están viendo acrecentados.

Así que si tienes algún problema que afecta a tu bienestar psicológico o conoces un compañero que lo tenga, no dudes en contactar con nosotros.